Saturno devorando a sus hijos
Goya
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en una marcha rumbo al olvido:
se parece a tus manos que laboran,
a tus pies circunscritos a un agujero,
a tus ojos que no tienen derecho a soñar.
¡Yo insisto en quedarme!
Y mientras la piedra con su granulometría
y tenaz monopolio de memoria dura,
insonora consolida su áspero ligamento
en el basto ejercicio del concreto;
tú gritas y tiembla el mundo:
interrumpes el misterio de los palacios
y allí,
ellos consternados cierran los ojos
y expectoran en lo que tú podrías ser.
Para tu confesión con el lamento,
hay un postulado de tiros al blanco:
el estómago deshabitado de las cucharas
puede corroer los barrotes del universo,
estandarizar el oro y el cristal de las lámparas.
Y como el péndulo
que lengüetea la brisa,
para ti,
sólo hay lo que hubo:
un gran silencio
y eso es todo.
Elías Letelier
2 comentarios:
Para tu confesión, hay de entre los brazos y los lengüetazos de tu nombre, un escudo que todo lo oculta, que todo lo hace quimera.
Saludos.
Incitatus: un honor tenerte por aqui de nuevo a tí y a tus palabras que como siempre tienen la cualidad de dejarme sin habla.
Gracias
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