y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la ciudad del viento más triste y devastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y despedazándose.
Amapolas de luz, mis manos fueron fértiles
tentaciones de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh mar, no esperes más!
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más!
Déjame amar tus brazos con la misma agonía
con que un día nací. Dame tu pecho azul,
y seremos por siempre el corazón del llanto?
Julia Burgos
6 comentarios:
Al mar conviene la eternidad, decíamos. Y el tiempo se diluía en el añil inmenso, inescrutable.
Un poema que desploma.
abrazo.
Muy doloroso, triste conectarse con el poema.
ella
El mar es nuestra patria.
A él volveré.
Besos.
¡Lindo! y crudo.
Un saludo.
Juan Antonio: y sin embargo, las sensuales criaturas aladas, nocturnas, de piel de alabastro con brillos de luna,no pueden atravesar el mar.
Halcón: si, me atrapó cuando lo leí. Beso
Nosotros dos: si, pero la tristeza y el dolor creo que es lo que nos recuerda la fragilidad de la vida.
Toro: Indeed!
Jou: tanto como la vida misma.
Besos
Publicar un comentario