–“Los poetas deberían casarse con mujeres delicadas para los menesteres olímpicos del lecho
fuertes y sabias en los oficios culinarios”–,
dijo un bardo cuyo nombre no recuerdo...
y es verdad, porque los poetas hechos de pintura, de barro o tinta trabajan hasta tarde, casi no duermen en las acostumbradas horas, y por las mañanas siempre sueñan.No gustan a las corrientes mujeres los alucinados ojos que emergen de recientes pesadillas; náufragos los ojos…. Los ojos del poeta.
Pero los poetas reconocen que hay oficios irremediables que se amontonan detrás de las puertas y dentro de los escaparates señalándolos día tras día, oficios terrenales que les muerden la garganta como un vampiro
y no les dan tiempo libre para lo que más les gusta que es:
El no hacer,... O la casi nada.
Porque los oficios del poeta no se pueden contabilizar, por ellos no se paga la más irrisoria suma y con poemas no se puede pagar en las tabernas, en los burdeles, o en los restaurantes más humildes.
Los poetas se tendrían que casar con mujeres de especial sensibilidad que los dejaran podrirse entre papeles,
libros antiguos, y grimorios con las formulas exactas para seducir a la luna, esculturas y pinturas con olor a trementina, mientras ellas broncean sus pieles de iguanas recién restauradas a la orilla de una piscina azul.
Por esto los poetas sin fortuna y sin suerte deberán ser sus propios y solícitos esclavos, lavar sus modestas ropas, sus calzoncillos de hilo blanco, preparar sus raciones de faquir en las horas despistadas.
La disciplina draconiana no se hizo para ellos y la asepsia es cuestión de estética, más que de ética saludable.
La soledad forja livianos y fuertes sus huesos, los hace altivos, pletóricos de canciones y poemas, además, en medio de este ascetismo siempre es posible una consignación seminal cada tres meses.
Pero, hay poetas que se pierden en el laberinto de los crueles oficios contables y reales.
No encuentran el camino hacia su guarida de sueños, pierden los callos de sus manos
y a veces se dan cuenta demasiado tarde...
Omar García Ramírez
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